Midnight to 4AM by ~pixellabor
"Buenos días señor Xylt. Le esperan en la sala de control"
Caminó hasta la sala de control, donde un grupo médico le esperaba, formando un semi círculo a su alrededor. Estiró el cuerpo y miró al frente, como el casi soltado que había sido entrenado ser. La sala era esférica, pero carecía de paredes, pues estaba sostenida por una inmensa viga de metal sostenida sobre el núcleo que daba vida a sus instalaciones, comprendido por una turbina de tamaño desmesurado, a mas de cientos de metros bajo sus pies.
Habían pasado muchos meses desde el día en el que vio y odió a la luz por primera vez, y en ese tiempo había aprendido tantas cosas que su mente había parecido cumplir años en conocimiento.
El hombre con la mirada risueña, al que Xylt en todo aquel tiempo había conocido e identificado como "Sam", se le acercó, y le puso las manos en los hombros.
- Todo éste tiempo con usted, señor Xylt, al fin ha dado sus frutos. ¿Entiende lo que significa usted para nosotros?
Con una mirada fría y regia que intenta comprender pero no logra hacerlo, Xylt clava sus ojos en todos los presentes, pero entre ellos no ve más que rostros desconocidos. ¿Tenía que significar algo para alguno?
- Eres el futuro, Xylt. - Sam bajó la voz mientras sonreía, esperanzado. Xylt había conocido esa palabra no hacía ni dos semanas. - Eres todo lo que siempre habíamos querido. Eres inmortal. Gracias a ti, lo seremos todos. Eres nuestra libertad.
Xylt no comprendía, pero intentaba hacerlo.
Inmortalidad. El concepto le era conocido. Pero el de libertad, simplemente no le era factible. Su cabeza se llenó de ideas en cuestión de segundos, y sus ojos vagaron por el vacío intentando pensar con claridad. ¿Qué era la libertad? ¿Cómo se sentía? ¿Él... la quería? ¿La tenía?
Fue tan solo en una décima de segundo. Una de aquellas en las que un simple suspiro puede significar un mundo o la presión de un botón, la destrucción del mismo.
Xylt sonrió y se soltó de Sam.
Con gráciles movimientos, como los de un Puma encarcelado que al fin era libre, corrió hasta el borde de la plataforma, y desde ésta, saltó al vacío.
Una voz resonó en la estancia, la ya tan conocida y amistosa entonación a media melodía, surcando con sus últimas palabras el aire, como si siempre hubiese sabido que aquel momento, llegaría.
"Adiós, señor Xylt"
Mientras caía, con el pecho henchido de gloria y euforia, él solo diría dos palabras que jamás ninguno de sus sucesores en sus respectivas incubadoras llegaría a escuchar.
- Mi libertad.
Gracias a Hanks por ayudarme, al fin, a terminar ésta historia.
A Ana por apoyarla en todo momento y por nunca dejarme caer.
A Deth por aguantar mis continuas e insistentes preguntas.
A Deth por aguantar mis continuas e insistentes preguntas.
Es por vosotros que Xylt ha cobrado vida.