viernes, 16 de marzo de 2012

“Buenos días, señor Xylt” (III)

Mirror of Soul by ~rypser17


Buenos días, señor Xylt”

-
¡Buenos días! - contestó Xylt, animado.


Aquella voz amiga, aquella compañera, ya se había convertido en parte de él mismo, y como tal debía corresponderla.

En sólo dos días, había aprendido tanto pero comprendido tan poco, que la emoción contenida de saber más podía con él.

“Póngase en pie, y pulse el botón naranja que encontrará a su izquierda. Si ha olvidado como pulsar, recuerde: Extienda su dedo índice, y con él, toque el botón.”

El señor Xylt se incorporó con eficacia, pues ya había aprendido a controlar los movimientos de sus piernas con mediana fluidez, y giró sus ojos hasta el supuesto botón. Y allí estaba, brillante, notorio y... ¿Naranja? ¿Así había dicho que se llamaba? ¿Pero a qué se refería con “Naranja?”

Con detenimiento, levantó la mano derecha, y extendió el dedo índice apuntando hacia el botón. Tuvo cuidado, mucho cuidado, y al fin... Lo pulsó.

Al pulsar el botón, la pared se movió. Asustado, Xylt saltó hacia atrás y se tapó el rostro con las manos, mientras el botón hacía su trabajo.

La pared giraba, o eso parecía, y al poco tiempo dejó de hacerlo.

Xylt se apartó las manos de la cara cuando, pasados unos minutos, sintió que nada le dolía.


“No tema nada, señor Xylt, está usted a salvo. Mire al frente.”

Y miró al frente.

Sin saber qué era, se enfrentó a su propio reflejo en un espejo luminoso, que le miraba con fijeza.

- Oh, tú debes ser Naranja. Encantado de conocerte, amigo.

Con educación sonrió, y comprobó que el señor Naranja hacía lo mismo que él. ¡Qué amable era! ¿Sería su nuevo compañero? Fuera como fuese, le parecía alguien agradable.

Permaneció en el lugar, esperando que Naranja entablase conversación con él, pero no lo hacía. Alzó una ceja, extrañado, y comprobó con sorpresa como él también lo hacía. ¿Acaso pensaban lo mismo? Tal vez no pudiese escucharle, quizá... Tal vez...

Decidió probar algo. Pensó rápidamente en un número. El tres.

Alzó su mano lentamente en forma de puño, y, de golpe, alzó tres dedos.

El señor Xylt, asombrado pudo ver como el señor Naranja alzaba tres dedos exactos a los suyos, y al mismo tiempo.

Se asombró, se asombró tanto que abrió la boca, y pudo ver como Naranja también lo hacía. Movió una pierna, mientras él le imitaba. Giró rápido su cuello, y él también lo hizo.

El señor Xylt, se asustó, y por tanto comenzó a caminar hacia atrás, apartándose del peligro. El señor Naranja, también lo hizo. Y se asustó aún más.

“No se preocupe, señor Xylt, está usted a salvo. Relájese.”


Un pinchazo notó el señor Xylt en su cuello, y se retorció veloz del dolor.

Miró al señor Naranja una vez más, que ante él, caía al suelo lentamente entre las sombras... Tal y como él lo hacía.

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